"Si de derechos voy a escribir/ me es muy fácil explicar/ que yo tengo mi derecho a vivir/ y tú tienes mi derecho a soñar".
Mi derecho a soñar nadie me lo quita.
Es mi derecho de tener una alternativa,
a creer en una amistad sincera y bonita,
en un “te amo” que alguien me escriba.
Mi derecho a soñar no puedo perderlo
y lo conservo porque es ésa mi certeza,
de que al menos en sueños puedo verlo
al mundo que me rodea así, sin tristeza.
Es mi derecho a no darme por vencido,
aunque mi cuerpo a veces se me cansa,
pero yo nunca lo doy todo por perdido
y vive en mí siempre firme la esperanza.
Mi derecho a soñar es ya irrenunciable,
algo que por principios está en mi vida.
La injusticia para mí nunca es aceptable,
tampoco lo son las razones de un suicida.
Nadie dijo que la vida es un lecho de rosas
y nadie ha logrado no volver jamás a llorar,
la vida nos da a todos enseñanzas hermosas
y no nos pide nunca que dejemos de soñar.
Soñando puedes borrar tus problemas de raíz,
en tus sueños es posible que lo perfecto exista
y haber un amor de siempre que te haga feliz
o algún amor nuevo, de esos de primera vista.
Mi derecho a soñar es tal como el mío de vivir,
de que me llegue el aire vital a mis pulmones,
de tener mi inspiración para sentarme a escribir,
de darle hoy total rienda suelta a mis emociones.
Es mi gran momento del día para no estar triste,
mi oportunidad para embellecer todo mi mundo,
mi manera de saber que Dios en realidad existe,
de sentir intensamente cada minuto, cada segundo.
Mi derecho de soñar por último, siempre ha sido,
lo que he podido manejar en verdad como experto,
porque creo amarte con mi alma si estoy dormido
y la certeza de amarte cuando te sueño despierto.