Si el amor fuera como la sonrisa de un niño, no doliera en lo más mínimo y podríamos enamorarnos muchas veces sin temor a sufrir.
Los errores fueran tan sencillos como borrar en una hoja de papel, tendríamos montones de migas a nuestro alrededor.
Si juzgáramos menos y aceptáramos más.
Y el perdón se otorgara como las veces que suspiramos, no habría enemistad entre los hombres.
El recelo y la envidia se endulzara como una taza de chocolate, tendríamos que producir toneladas de azúcar.
La libertad fuera como mojarse bajo la lluvia, todos tendríamos alas.
Si juntáramos los fragmentos de corazones rotos, tendríamos un solo corazón que ofrecer al mundo.
Si vistiéramos a la melancolía de un mejor color y la lleváramos a cenar, tendríamos la mejor velada de nuestras vidas.
Si disfrutáramos más de las pequeñeces, engrandeceríamos el alma.