Es con el dulce tañer del campanario,
desde donde me llega en redobles
tu voz diamantina, que crece como los robles
hacia la altura, como lo hace el trinar del canario.
Cual alondra inquieta vuelas por mis venas,
con tus resonancias, que me inundan de sorpresas
al interior de mis grutas, que están grabadas
con tu voz de magia y que flota en el fondo del santuario,
con tus musicales ecos, que son con los que a diario me envenenas…
Tus vibraciones de rojo son de amor eterno,
es tu voz de onda la que me cautiva y la que se repite
navegando entre yunques y caracoles en lo interno,
mas cuando tu silencio llega sin que nadie me visite,
tus múltiples versos arriban a lo profundo con lo tierno,
y donde tú, con el trinar de tu voz, sigues siendo mi deleite.