Resulta que lo hiciste de nuevo,
que en silencio, en medio de la noche,
detrás de cada sombra que me rodea,
reptaste furtivamente hasta colarte
en cada rincón de mis sueños,
en ellos cara a cara me pedías
que habláramos de amor los dos;
y yo me desvivía, te miraba y te decía
lo que en mi corazón y alma contenía,
más tú tan sólo escuchabas en silencio
sin pronunciar palabra alguna;
y en tus andares lejos de mi,
de mi amor y palabras a otro
le contabas, y de mi te burlabas
al tiempo que a él te apretujabas;
y sin embargo en tus horas
de tristeza y amargura,
como siempre, conmigo contabas
aun en la hora más obscura,
a pesar de que no fuese lo más
indicado para este corazón,
pues cuando se trata de amor,
nunca entiende ninguna razón.