El murmullo del silencio
tiene un no sé que melancólico de ti
como si estas horas estuvieran buscándome
para susurrarme tu ausencia.
Basta un recuerdo, uno solo, como los nuestros,
que se yerguen silenciosos en la memoria
como cazadores furtivos
para rompernos en los ojos las lagrimas
y hablarnos del frío en el alma
de un poema inconcluso o la ceniza de nuestra sangre.
Quizás la noche guarde una respuesta,
allí donde cantamos todas las nostalgias
con voces pérdidas
como una gota de agua en el mar e insiste…
pues, acaso la vida no camina en círculos?
He recorrido el mundo hurgando en el pasado,
olvidando el ahora para encontrar el siempre,
gastándome el destino para amarte:
es la rara aventura riesgosa de nostalgias,
de mis sueños y tu olvido.
Hablando de esos ojos tuyos.
De mis ojos que no te contiene.
Pero si la noche no basta para desnudarnos la pasión
y el silencio nos calla los versos
en la incierta ruleta del tiempo,
presos de la misma vida,
nosotros estaremos ebrios de amor,
intactos, constantes,
llenos de esperanza en las venas
para hablarnos de poesía y gritarnos un silencio,
uno solo, que diga todas las voces,
que hable todas las palabras