En vano me protejo de esta idea,
me oculto inútilmente a tu mirada,
me aparto de tu estancia y vas a cada
espacio donde el alma se recrea.
De poco servirá que no te vea,
de poco la distancia que delgada
te arroja en transparrencia perfumada:
Natura exige que tu esclavo sea.
Yo juego a resistirme, a que pase
de largo el ominoso y dulce dardo
el terno infante amor, y su locura,
pero ay de mí si acaso me rebase
la llama de pasión, que ya no tardo,
en ir a derrotarme en tu cintura.
Marco Quezada