La velocidad
Con que la vida
Despierta
Y se duerme,
Se quema
En un pestañeo
Y renace
En un somnoliento cielo.
Los sonámbulos destinos
Buscan pared
En cualquier silueta
Vestida de hombre
O de mujer.
Ambiguos
Han de ser
Los destinos.
E inclusive
La aterradora idea
De el menosprecio
Por las más grandes bellezas
(Ya sean
Antifaces De númenes,
De poder monetario
O de una carcajada)
Se vuelve real.
Han de ir flotando
Por ahí las utopías,
Y será cuestión
De existir
En lo improbable.
Al cabo,
Esa es la materia
De una utopía.
Y el músico;
Y el melómano.
Y el poeta;
Y el enamorado.
Y la congruencia;
Y la humilde poesía
De Neruda,
Dando cátedra
A la crítica.
Y Dios
Y el Diablo
Y la mar
Y el pan
Y la mirra
Y el dolor,
Y yo…
Y yo aquí,
Corriendo de la vida.
Describiéndola
Mientras la veo pasar.