ALVARO J. MARQUEZ

TRAVESURAS

"La vida me llegó a confundir/ y yo sin poderlo notar,/ me acostumbré tanto a reír/ que olvidé que también podía llorar".

 

Hace poco se me ocurrió detenerme
y me puse a mirar al tiempo, atrás.
Llegué hasta donde pude retrocederme
y me vi todavía muy niño sonriendo,
con personas a las que hoy sigo viendo
y otras a las que no volví a ver jamás.

Jugaba con carritos, con soldaditos,
eran vaqueros las fichas del dominó,
los momentos para jugar eran infinitos,
aún era un ser humano inocente, feliz,
no meditaba sobre la guerra en algún país
ni pensaba en lo que el Presidente prometió

Tenía el problema de orinarme en la cama,
de bebé cuando lloraba jalaba mis orejas,
muy poco me gustaba dormir con pijama,
no me llamaban la atención los motores
y me burlaba de mis hermanas mayores
cuando una de ellas se peinaba con clinejas.

En la escuela me gustaba escaparme,
con amigos me íba a unas cataratas,
en ocasiones me daba flojera bañarme
y por la risa recordar nada me cuesta,
que cuando me tocaba ir a una fiesta
no sabía hacerme el nudo de las corbatas.

Las gaveras de refresco le robábamos
al señor de la bodega que era portugués,
a un automercado siempre la llevábamos,
el señor de la bodega nos hacía reproches,
pero igual estábamos ahí todas las noches
para volver a robarle sus gaveras otra vez.

Los domingos salían a pasear las mucamas,
nosotros les mirábamos todo, hasta la espalda,
no nos deteníamos a pensar si eran unas damas
ni nos importaba si eran feas o si eran bellas,
salíamos todos corriendo por detrás de ellas
y a mucha velocidad les alzábamos la falda.

Hay recuerdos tontos que aún los mantengo
que la vida con los años todavía no me roba,
pensando en ellos a veces me entretengo,
como cuando tocaba algún timbre y corría,
la conserje de un edificio siempre salía
a perseguirme y tratar de darme con la escoba.

Alguno de mis amigos ya se murieron,
cada uno en una distinta circunstancia,
otros a vivir a algún país lejano se fueron
y yo estoy aquí ahora y no me quejo...
he podido hoy madurar, llegar a viejo
y escribir poemas que hablen de mi infancia.