Eres el favorito Mario,
Un Mario exclusivo para nosotros,
Tus hijos.
Unos hijos fieles, característicos de tus odas.
Nativos de tus manos, de ese conocimiento romántico del ser.
Vamos hostigando tus volúmenes de mujer.
Esa sensibilidad innata que aún tienes sin poseer caderas algunas.
Oh, querido Mario.
Ya se te hecha de menos,
Aquí, allá, acullá.
La ubicación de tus hijos poco importa,
Siempre y cuando esas tinieblas no te cubran.
Oh, querido Mario.
Regalaste a tus hijos los albas más bellos presenciados por el hombre,
Crónicas sensibles capaces de provocar lluvias en medio de almas secas,
Trampas homicidas de bestias,
Y un sinfín de etcéteras.
Oh, nuestro querido Mario.
Si todos supieran que aún estás vivo,
No existiría miedo a la muerte,
-Caerían en cuenta que es bien débil la muy meretriz-