Cuando el tiempo en el reloj marque la hora
de cerrar mis ojos a la luz del mundo,
se olvidarán las tiernas mariposas
posar sus alas en mi cruel sepulcro.
Cuando ya en mi cielo no alumbren las estrellas
y no brillen mis pupilas con fulgor profundo,
se olvidarán las blancas azucenas
perfumar la tierra con su sello oscuro.
Cuando un beso no consuele el pensamiento
y de la lluvia no se oiga su sonido,
ya las gotas del rocío en mis huesos
se habrán secado sobre el frío olvido.
Cuando el sol con su cansado aliento
en mi cuerpo apague el rayo que lo alumbra
habrá el olvido desterrado el tenue anhelo
en los vientos, de acariciar mi tumba.
Cuando el olvido atado a los recuerdos
haya engendrado en el tiempo su dominio,
quedará de mi solo el intento
de un simple nombre que vivió cautivo.
LEO HENRY
(Leonardo Henrricy)