Siendo polluelos pretendieron volar
cubiertos con un ligero plumaje
aquel gorrión estiro sus alas, más
la golondrina solo quiso caminar.
Acompañado de variados sonidos
a ella dedicó su canto primaveral,
compartieron dulces momentos
y una tarde de verano los separó.
Aquel sentimiento resistió distancias
el tiempo no borró ningún recuerdo,
entonces un día en un bosquecillo
con gran dolor cruzaron sus miradas.
Sintiendo ambos aquel amor latente
entonaron notas de pena y angustia,
la golondrina era presa en un nido
y en silencio dijeron adiós nuevamente.
Que cruel se torna a veces el destino
y ahora que ella es libre para amar
aquel gorrión pertenece a otro nido
y cantando desconsuelo quiere volar.
¿Estarán condenados a amar en silencio?
¿serán del amor imposible una historia más?
Cuestionan: ¿que tiene para ellos el futuro?
y sus canto promete no dejarse de amar.
Escrito por: Esther Velázquez Tipacamú.
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01 – 19 2012