SOÑANDO EN EL MAR DE LA ESPERANZA
En su mundo febril y fantasioso, esta soñando el oso,
abrigado por rocas cubiertas de nieve, empapadas de hielo
y destinadas al frío eterno del invierno,
soñando en cuevas profundas/ fundidas en la edad de las cavernas,
de techos rústicos hechos de piedra
y cristalizados por cordilleras extensas de fragmentos de hielo.
Rodeado de océanos inmensos congelados por el clima,
bañados por una masa áspera e inmensa de nitrógeno,
con aguas continentales pobladas
por numerosas especies de peces y animales acuáticos,
el sol es carente en esta zona y el aire se condensa como agua frisada,
su helado hábitat no es mas que un montón de frío
suministrado en grandes cantidades
de terreno arisco y húmedo.
Pero aun así, el puede soñar,
en su mundo de neblina duerme un gigantesco animal,
dormita como niño recostado sobre plumas frías
y lleva su cabecera inclinada hacia el horizonte de su rara soledad,
un ser peludo y cavernario desterrado en el invierno,
condenado a soportar la gota hiriente
que cae sobre su docta piel,
bien sumergido en su mundo y viviendo de la caza y el frío.
Sueña con poder escalar la cima del apogeo
y con brincar las barreras de su triste esclavitud,
mira una línea dibujada mas allá del inconciente
y rediseña en su imaginación el perfil de su existencia,
se adapta a su mundo, pero quiere se aceptado en otro hábitat,
un ser lleno de esperanzas, mas sueña en un lugar, donde es casi imposible soñar.
Mas él sabe que en el infinito espacio de su soledad
algo lo mantiene vivo y aun no pierde la virtud de soñar…
mira una luz chispeando en la econoridad de su orbe
y admite la existencia de su creador.
No es imposible aceptar a los demás,
si ya alguien nos acepta como seres humanos
y desde el vacío… somos iluminados.
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