Me consume esta fiebre, que me quema la sangre,
que me arde en las venas, y el corazón me abrasa;
que recrea tu imagen en todos mis silencios,
y repite tu nombre, en todas mis palabras.
Me tortura la herida que el fuego de tus ojos,
abrió de un sólo tajo en el fondo de mi alma;
que es el dulce martirio de todos mis ensueños,
y ese dolor secreto de todas mis miradas...
Me asesina el deseo de explorar cada palmo,
de tu piel encendida, por mi piel hecha llama;
alcanzar beso a beso tus postreros confines,
saciarme en tus sabores y aspirar tus fragancias.
Me estoy volviendo loco de amarte con locura,
con el feroz delirio que el pecho me desangra;
con lágrimas que riegan el polvo de tus huellas,
con sueños que te esperan, contra toda esperanza...