Si sólo tu imagen bastara para calmar mi sed,
si la hora intacta en que te guardo fuera sufuciente;
porque no basta el retrato de tu cuerpo desnudo;
el negativo que en mi frente ha grabado tus senos de luna
y el aura pálida en sus picos al mirarme.
Si tu lunar al suave gusto de mis dientes,
o la memoria de estas manos bastaran
para quebrar la sensación de tu ausencia,
no estaría en la mitad de esta noche,
pensándote, degustándote en la nada,
rozándote en el aire, haciéndote el amor,
sobre esta sábana de papel.
Marco Quezada