Descargó la tarde su aguacero
desde negros nubarrones alocados.
Antes de eso me preguntó la tarde
si yo estaba solo o estaba triste.
Ni solo ni triste, estoy con mis poesías
y en todas, ella vive, sueña, ríe.
Entonces la tarde descargó un chubasco
para que las gotas incesantes
disimularan dos lágrimas furtivas,
mientras un piano sollozaba
su dulce melancolía humedecida.
Derechos reservados por Ruben Maldonado.
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