JUSTO ALDÚ

BESOS

A Margarita

 

Besos…, besos,

una forma de contestar o de llamarte

de llenar las esclusas de tu nombre

con deseos irrefutables

y cada una argumenta un cielo

de dolorosas distancias

y crecientes cercanías.

Así empezaron mis pequeñas agonías,

con cada beso,

aumentando y aumentando.

 

Te instalaste en mi mundo con una prisa vertiginosa

… tus manos de colores (tus uñas), tu cabello, tus ojos…

Si, tus ojos que hipnotizan

 con dulzura y en silencio.

Luego, nuestras manos unidas,

en una tierra justa

con la fuerza y la pasión fundidas

sobre una alegría merecida...

y  besos…, mil besos…

Besos que evaporan el dolor

y permiten la invasión perenne de los sentimientos

sin  justificaciones ni alegatos.

Dos seres, un solo horizonte

y una larga e infinita cadena de besos.

 

Y lo sé, hay besos de padre,

de madre, de hijo, de hermano,

besos de amante

de esos que revuelven todos los órganos internos

y los pone en estado cataclísmico.

Besos de amigo y besos de enemigo, como el de judas…

por matar, por morir, por caer, por traicionar.

Los hay rosados, rojos, azules

y  verdes tal como los pinta la naturaleza

que emponzoña el corazón de raíz

y nos hiere con su porvenir devastado.

 

En todo caso no hay dudas,

los más bellos y los más profundos

son los tuyos,

que comentan, que deslindan,

que atisban en los meandros del alma,

que no falsifican la verdad

ni permiten llorar, sino de amor

a la par que dicen adiós en los aeropuertos.