Momentos, segundos, de miles de horas, de días y noches.
Momentos que son eternidad, unos de impotencia y dolor otros de incredibilidad, muchos de olvido, que es realidad, como en sueños, pasamos sin reaccionar, en lo que pasa. Bruscamente, despertamos y no tenemos reacción, como estatuas de piedra, allí quedamos, ojos parados, mente paralizada, el corazon apretado, sin saber el porqué de tanta cosa impensable que ocurre en nuestro entorno.
Quería dormir, despertar en un mundo no rojo de sangre, pero azul claro de paz, a donde hubiera fuentes de agua limpia para la gente no tener sed, pan para todos, los aviones cargados de bombas fuesen palomas blancas aplanando al sabor del viento, quería que las madres en vez de llorar junto a sus hijos muertos los tuvieran en sus camas y ellas cantando dulces canciones, quería, no tener que cerrar los ojos y la alma a lo que pasa, para no querer este mundo, lleno de mentira, de terror, de prepotencia, de muertes de inocentes, porque será que el hombre todo mata? Desde cuando se vivió una época tan desnuda de vida como esta?
Lloramos los entes queridos porque se fueran, será que no fue una bendición, no sentir este olor de podrido en que nos han metido los dueños del mundo?
¿Cuál será nuestro mañana? ¿Qué futuro? ¿Cómo vamos ultrapasar, esta tragedia en que nos amordazaran, en que los recelos son mayores que nosotros?
El hombre está peor que la naturaleza, más destructivo, más corrosivo que el ácido, nos está desgastando hasta que no reste nada, para sobrevivir.
Quería un mundo azul, quería paz quería futuro para mí y para los jóvenes, resumiendo quería un milagro.
Después de una vida luchando por el porvenir, estamos desnudos, casi pidiendo limosna, para no quedar sin un techo para abrigarnos. Malos vientos vinieran, que pasen deprisa y que vuelvan otros más normales y humanos.
Desahogo de alguien que sin hacer daño a nadie es condenada y encarcelada, en las tramas de la avidez del hombre.
Carminha Nieves