Si la vida
me permitiera
encontrar el lugar
al cual pertenezco,
sería el confidente
del amor a orillas
del alma.
Cuanta razón tiene
el sosiego de un
dormido sueño,
para escapar de
lo peligros.
Lanzando al viento
la súplica,
cantando loas a
la naturaleza dormida,
se siente el perdón
por mil años de injusticia.
Sosteniendo la paz
del espíritu,
dejo que mi alma
vague
por los caminos de la
vida.
La vida no es
mas,
que un camino
eterno que
nos lleva
de la mano,
nos estruja,
nos engaña,
nos hace llorar
y reír,
pero al final
siempre nos
hará vivir.
Reservados todos los derechos de autor:
Carlos Dos Santos Daniel