Alguien quitó de mi viejo almanaque
las hojas ocres de días sin sentido,
alguien trajo a mi patio una calandria
que sus trinos me deja en la mañana.
Alguien limpió el sendero de mis versos
y lo cubrió de rosas y claveles,
la musicalidad sonora de una risa
y el brilloso candor de una mirada.
Alguien pasó por debajo de mi puerta
una carta con caricias y poesías
con aroma de jazmines y canela…
Y sospecho que tú has sido la culpable.
Por eso estoy aquí, aquí donde tú estás,
no me ves, no me sientes, pero estoy.
Y tú presientes que así es,
aunque no mires mis ojos que te ven,
ni mis brazos que quieren apresarte.
Yo estoy esperando que despiertes
porque dormida musitaste mi nombre
y espero que despierta me llames todavía.
Me apena no poder arrullarme
en tu regazo, ni pasar mi mano por tu rostro,
importa, duele, el no poder besarte
pero estoy a tu lado y así siempre.
Aunque parezca imposible,
yo velaré tus sueños cada noche,
y en cada amanecer te llegará un poema
que diga simplemente... lo mucho que te amo.
Derechos reservados por Ruben Maldonado.
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