La condena diaria y martirizante de mirarte
no es mas que el sacrificio indeseable y sufrido
con la idea irrealizable de que hayas sido
el amor de mi vida y del vivir por amarte.
Cuanto abre herida ilusionar y desearte,
pasar por el pensamiento del beso indefinido
provenientes de tu boca y de tu aliento encendido
con el fuego mismo de no poder apagarte.
Cómo es que lacera el filo quemante de esta daga
que en ardiente rojo vivo el corazón ha tocado
y lo hace llorar sangre en su lamento impulsado
por lo que impaciente sueña, y en si no lo haga.
Qué he hecho y porqué mi alma se apaga
en la incandescente luz de este amor alumbrado
por flamas de una penumbra que ha triunfado
haciendo sentir otra vez aquella flamante daga.
Filo y fuego ahondan la cicatriz del olvido,
trayéndola al recuerdo de lo que puede o no ser;
del sueño posible que se puede o no hacer,
y aquel deseo que podrá o no…, haberse cumplido…
Alviz Neleb
Enero 24 de 2012
4:51 p.m. - Martes