He apretado tu nombre
y en la pantalla
ha aparecido una gaviota
a la orilla del mar.
El mar es una inmensa soledad con olas
y la gaviota
un pájaro de ojos crueles
que nada significa.
Pero el mar,
tú y yo y la gaviota,
coincidimos en un segundo
en que dijiste cosas
que ya no recuerdo,
aunque todavía
tenga memoria de la ternura de tu voz,
antes de extinguirme
como una estrella
que después de una eternidad de existencia
ya no se ve.
Julio Carbonero López