Esta que fue mi carne
de claveles y rosas encendidas,
es hoy una amalgama de fibras y de espinas
derramada en lejanos espacios....
El Tiempo- viejo sabio – descontrola mi imagen
y no me tienen piedad los vientos del invierno,
que aúllan con sus fauces desgarradas,
me aprietan con sus gélidos brazos.
Se quiebran los espejos de lo que fuera agua cristalina.
El pozo de la luna – es sólo un negro opaco ojo –
que mira la penumbra de mi invierno
y ya se aleja en los vértices del alba.
El gris concreto gime pinceladas de luz,
una suave claridad en los pasillos,
profanando papeles viejos, libros polvorientos,
antiguos oscuros muebles.
Aquí estoy yo, sedienta mente mía
espera un signo
Una estrella fugaz
Una palabra...
El eco lejano de una canción de amor...
Una guitarra...
Y enredada en el tiempo...tu sonrisa.
Ma. Julia