¿Quién de nosotros no ha soñado
con un amor que rompa los esquemas del tiempo
y los límites de la distancia,
de las leyes y las circunstancias;
que nos haga soñar y vibrar despiertos?
¿Quién de nosotros no ha soñado
alguna vez con un amor platónico,
imposible a lo mejor,
pero que nos hace dar vueltas en la cama,
nos trae una sonrisa en la mañana,
una decepción o algún dolor?
¿Quién no ha resignificado su amor
y lo ha transformado en una alquimia elástica,
flexible y expansiva,
en una transmutación maravillosa?
¿Quién de nosotros, en fin,
no ha roto con sus propios paradigmas,
no ha construido castillos nuevos,
en medio de las ruinas?