Adiós a tu entrepierna
a tu blanda cintura
a tu mano en tu pelvis…,
me despido de todo
de tu seno en mi boca
de tu pezón erecto
-de las noches aquellas
en que tu mirada cruzaba con la mía-
Adiós a las cobijas
a la almohada donde tu cabeza
dejaba el arduo aroma
de tu sudor y esencia.
Te he de ver algún día
cuando vuelva a tus besos
y me reciba triste tu boca
con ansia y con deseo…,
porque sé ¡te lo juro…!
Que han de caer tus prendas
te miraras desnuda
(y no habrá más silencio)
Cuando el adiós se apura.
Pues en nuestra despidida
no habrá más que un recuerdo
“tu mano en la pelvis
y yo que me he muerto…”
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Sergio Jacobo “elpoetairreverente”