Me detengo… tomo aire… respiro profundo…
dispongo todo mi capacidad para poder sumergirme más
e ir hasta los escondrijos abisales
donde aguardan las más bellas e incomprendidas criaturas;
entro como un balbuceo a perturbar un banco de peces
que revolotean como un enjambre
a los rayos purpurinos depositados, por divinidad,
en las aguas cristalinas.
Se llega a encender en mi pecho una ardiente pasión
por todo lo que alberga este incomprendido,
pero amado, lugar…
incluso en aquellos sitios que no imagino
pero apenas sospecho
Mi aire escasea y ya empiezan a balbucear mis pulmones;
el corazón se agravia y salen de mi boca despedidas
burbujas que llevan la savia vital hacia arriba;
pero entiendo que estoy aquí solo de paso,
y no puedo verlo todo…
pero eso es lo que lo hace interesante…