Los días que pasan, las horas
que están constantemente andando;
todo el tiempo transcurrido en tu ausencia
me salva de ti, y te salva de mí.
Me salva la vida estar a distancia,
mantenerme en un terreno seguro de ti;
cercarme con el eco de tu voz
murándome en la falta de tu aroma.
Sobrevivo como un náufrago, en medio
de todos y de todo, dándome un aliento
con tu imagen tras mis ojos.
Así es como te guardo: detrás de mis ojos,
escondida y en silencio, sólo para mí;
en una existencia detenida sobre el tiempo
y animada a mi placer, donde te encuentro cada vez,
para tenerte atrás del mundo;
donde te vuelves una musa y una amante
y una ninfa y sólo tú.
Detrás de mis ojos pasan esas horas
y esos días que te salvan de esta sed,
pero yo estoy protegido, porque siempre puedo
cerrar las ventanas, y derramarte sobre mí.
Marco Quezada