Ahora cierro los ojos, y no hay nada,
que me impida soñar a mi albedrío,
que tus labios se funden con los míos,
y soy dueño del sol de tu mirada.
Tengo toda la noche reservada,
para hacer de tu piel mi señorío,
beberte cada gota de rocío,
y aspirar tus esencias perfumadas.
No quiero que la aurora me sorprenda,
sin haberte surcado beso a beso;
sin haberte explorado cada senda,
dejándote caricias en exceso,
que mi amor al tocarte te aprehenda,
y quede para siempre en tu alma impreso...