A veces yo te diría
todo aquello que yo pienso,
cuando me pierdo en caricias
por los valles de tu cuerpo.
Pero me surge el temor
de nublarte la mirada,
pues puede que tu rubor
tiña de rojo la almohada.
Me gustaría saber
todo lo que a ti te gusta
y así poder entender
los susurros que pronuncias.
Puedo hacerte enloquecer
con mi lengua o con mis dedos
y poderte sorprender
con el ansia de mi anhelo,
ya que me gusta beber
de la fuente del deseo.
Y si tú quieres saber
lo que más me gustaría,
deja tu boca correr
por la arboleda más íntima,
porque yo te llevaré,
abrazándome a tu cuerpo,
por las calles del placer
entre orgasmos y entre besos.
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