A ti, que me llenas de perfume la sonrisa,
con tu aliento bañado de esperanza.
Que me amas lentamente sin la prisa,
de quién teme, poner más en la balanza.
A ti, que dibujas con tu mano una caricia,
esculpiendo ésta piel con tu templanza.
Que del sitio más hostil haces delicia,
transformando un gemido en alabanza.
A ti, que descubres lo que el ojo no divisa,
cuando herido el corazón pierde confianza,
y de la mente la respuesta escapa omisa,
en la fuerza de tu amor encuentro alianza.
A ti, que en mí ser te alojaste por tu gracia
y a tu imagen, me hiciste a semejanza,
es tu auxilio el salvador de mi desgracia
y tu palabra, un sembradío de bonanza.
A ti, que acompañas en silencio mi jornada,
quien paciente me espera en mi tardanza,
cuando el rumbo extravió equivocada,
el murmullo de tu voz siempre me alcanza.
Eres tú el antídoto contra la desesperanza,
mí descanso cuando me siento agotada,
quien renueva éste espíritu en confianza,
libertando a mi mente encadenada.
El poder de tu amor es mi esperanza,
en tus manos me entrego yo confiada,
dócilmente me inclino a tu crianza,
pues sin ti, simplemente no soy nada.