Estabas tan lejos y a la par tan cerca
sin mirarte mi mirada te buscaba,
te anhelaba el corazón que sin saberte
aprisionó en mi pecho tu llamada.
Y pregunté...el por qué me preguntaba
si fue el péndulo colgado en el sendero,
o fue la aurora suplicando amores
quien marcó esta ansiedad y sed de cielo.
Esa duda vagó lenta por el alma
sembrando libertad en el encierro,
que si una vez durmió sin esperanza
ya despierta soñando con tu reino.
Mil corrientes de aguas encendidas
rodaron quietas por mi piel dormida,
y un cántico de amor dibujó cintas
atando mi dolor a tus heridas.
Destellando la luz en mi sonrisa
supe beber del agua de tu aliento,
y la fuente apacible de tu brisa
se infiltró sosegada en mi desierto.
y en la eterna seducción de tu palabra
cobijado al amparo de tu seno,
ya no vivo en este cuerpo lacerado
tú lo ocupas...Mi Señor y mi Consuelo.
LEONARDO HENRRICY (LEO HENRY)