I
Tú no enjaulaste los pájaros de tu alcoba,
Hicieron templete entre mis manos,
Bajo tu mirada.
Cae la noche y vuelves a mí,
Orgullosa,
Distante,
Sin saber que nuestras horas
Fueron horas contadas.
Hay silencio, en el paso del tiempo,
Quien podría pensar que yo,
Herido por ti,
Me consumo en un fuego sin llama.
Ya no estás,
Y todo alrededor respira nostalgia.
Tu nombre se pierde en mi boca torturada
Y vuela tu recuerdo
Entre las alas de la noche.
Este es mi canto…,
Fui el reflejo de tu perfume.
II
Ardes en los fuegos de la noche,
Lo sé,
Porque en el humo veo tu reflejo…
Bajo las cenefas del olvido
Veo tus pisadas
Táctil recuerdo de tu imagen entre nieblas.
Fue tarde para iniciar mi vuelo,
Tú ya eras nube.
Y en el crepúsculo de mi espejo
Contemplaré el tiempo detenido.
III
En la palabra,
En mi eco
Suena tu nombre.
Como velo deslizado
Por tu piel desnuda.
Tal vez tus labios
Fueron brasas de promesas…
Te imaginé,
Alta e inhiesta
Como el baluarte de mi locura.
Pues eras cuerpo,
A salvo todavía de mi perfume
Quise cogerte
Pero mis dedos solo rozaron
El reflejo de tu presencia,
Ya eras campo sembrado
En noche abierta.
IV
El azul del mar reñía con tus ojos
Y los albatros
Se apretujaban en el cielo
Deseosos de tu mirada.
Tú, dabas luz
A aquellas oquedades olvidadas,
Y sus aguas límpidas
Sufrían el dolor de amarte.
Eras como una náyade enamorada…,
Como si aquellas cuevas
Fueran tu morada, tuyas, desde siempre,
Hasta las rocas respondían a tu tacto.
El reflejo de tu pelo
Se fundía con aguamarinas
Formando colores en el verde fondo
Colores en lagos.
Y tú,
Sonreías por estar a mi lado
Yo, pobre mortal
Que me fundo en tus brazos.
V
En el cristal de la noche vi tu reflejo,
Escuché tu voz, aletargada en la menta del rocío.
Yo, afán sediento de tu ternura
Corrí desnudo por el eco de tus cristales.
Ahí estabas,
Dormida entre helechos de luna.
No había ninguna música que cantarle a aquella estrella,
Hasta los pájaros callaron su silencio por contemplarla.
Si vinieras a mí, ¿Cómo sería amor, mi amor?
He de abrazarte ahora
Cuando mi corazón te acucia
Cuando en las soledades que dormían en mis sueños
Claman antiguas promesas.
Ven, que te llamo entre los susurros de esta mañana
Para poder contigo desvelarle al tiempo la esperanza.
Ven, y la música se hará perfume en el aire.
Me sentare aquí,
Entre el trébol florecido
Para esperar que despiertes
Mientras, me imaginaré tuyo en el latir de tu cuerpo
Y en el temblor del corazón que sueña
Pues estoy prisionero de el aroma de tu presencia.
Despiertas…
VI
Cuando llegaste,
Abriste la caja del beso y las caricias
Y mi horizonte se transformó
En tu reflejo
(Aromas y tactos)
Que es verdad el amor cuando no tiembla
Cuando tu perfume arde
Como antiguos ocasos
De aquella brisa de soledad,
Sólo queda aquel espejo…
Colgado en nuestra alma.
VII
¡Aquí!
En el reflejo sin sombra
Sin voz,
Conversando con tu perfume.
Ya está marcado el límite
En el filo de nuestro reloj,
Emborrachada tu ausencia
Con una copa de vino
Vertida al Odiel.
Lluvia de versos a las puertas de tus labios,
Saldo exiguo
De un sueño que no termina.
Desde el muelle
Camino de vuelta
(Se apagan ya las luciérnagas de la noche)
Las luces quedan detenidas
A la espera de tu viento,
De tu canto;
De las saladas que nunca secaron.
Soy presa de tu luz
Esa sombra que teñirá el papel,
Borrando las líneas que ahora nos separan.
VIII
De tu aliento
Muero al besarte,
Aire que escapa de mis ojos.
De tus manos
Tiemblo al tocarte,
Roce que huye de mis dedos.
De tu boca
Temo el nombrarte,
Besos que esquivan su destino.
Se de tu oscura presencia
Pues anida
En el alfeizar de mis labios.
Se de tu impaciencia
Cuando al vacio del silencio sacas el eco.
Aquí,
En la bruma de mis latidos te cobijas
Tú frente al viento.
De ti,
Procede la zozobra de mi hundida dulzura
(En mi orilla,
La barca a tus pies…)
Sabes que te pertenezco
Antes de que el tiempo
Se alojara en mi vacío.
IX
Estaba escrito que llegaría tarde
Al despertar de tu belleza.
Sé que estabas ahí porque te soñé de cerca.
Vuela alto mi lamento
(Como pájaros sin nombre)
Fantasmales sombras en el cielo
Que tú,
Me dejaste abierto.
Y de nuevo estas aquí,
Porque aquí
Empieza nuestro sendero.
Tú me esperas en lecho de versos,
Y yo a ti,
Con el dolor sereno
De nuestro primer sueño.
X
Hoy amada mía he visto el sol
Asediando la rosa de tus labios,
Lo he visto con la sensualidad
De mis manos esperando tus caricias
He aguantado tus palabras insonoras,
Rojas, rotas a un amanecer sin mentiras.
Hoy he visto el sol cruzando descalzo por arroyos
Que son tus lágrimas,
Esperando el parto de la noche
Para cobijarse en tu caminar ligero.
Hoy he visto el sol
Y me negado a contemplarte…
XI
La tarde…,
Mi tarde se consume
En pábilos de silencios,
Arropándose la luz entre sus cenizas.
El tiempo muere
Y duele como rosas arrancadas.
La sombra de tu presencia
Hiere a mi soledad
Perpetuando paisajes ciegos
De horizontes rotos…
No esperes que justifique
Cadenas de dolor
Con tu insobornable tacto
Silva ya el viento mi derrota
Mi alma ya arde en tu regazo.
XII
Las sombras quedan atrás, el alba llega.
Soy último baluarte
Que se levanta bajo tu sol
Quemándome por conocerte,
Y sin embargo apenas me conozco.
Tú y yo hace tiempo
Que descubrimos latidos
Por caudales de gritos y de llantos
¿Cuándo nos faltaron las palabras?
En la luz aparece la fatiga
De tus noches amargas
Y me duele el quererte
El seguir sintiendo amor entre mis manos.
Cuando el cansancio llega lo consiento
Y me hundo en la cuna de tus rizos
Donde tú le darás nombres a mis sueños.
Todo pronto cesara
Y se silenciara el rumor pautado de tus besos,
Las sombras llegan, el día calla…,
Y enojado duermo en tu regazo.
XIII
Tu luz,
La tarde aguarda
En su caer de sombras,
Retarda su velo
Al verte pura.
Despiertas,
Y desnudas la belleza
Que tu piel refleja,
Mientras,
Mis sentidos moldearan la figura
Que el atardecer acaricia.
(Espejo frágil de mis celos)
Tu cuerpo prolonga mi agonía.
Tus manos se detienen en mis silencios
(Toda mi piel es eco)
Después vendrán tus besos…,
Atardece,
Y de nuevo…,
El reflejo de tu perfume.
XIV
Alto en tus ojos,
Todo el cielo me parece luna,
(Luna de mar)
Añil embravecido tu mirar de espuma
Alta y blanca
Como el roce de tu boca en mi frente
No sé como decírtelo porque aún no está hecha mi palabra
Si mi locura tuviera nombre seria el tuyo.
XV
Mis sueños arderán
Como pábilos ingrávidos en la noche
Mientras un viento de Otoño
Barrerá de mi memoria
El aroma de tu presencia,
Recordaré la eternidad
Cuando me funda en tus brazos
Cuando el olvido no pueda encontrarme
Pues ya seré un refugiado en tu mirada.
XVI
Mueren las palabras
Y el tiempo ahora se hace más eterno
Como Tántalo de orgullo equivocado.
Se abre un abismo de vísperas
Y tu estas hay,
Como si nunca hubieras ido
Como si tú reflejo
Hiciera mella en mi olvido.
Noto tu mirar
Aun cuando nos separan ciénagas de ira
Noto tu presencia
Solo ella reconforta mis parpados heridos
El día va descubriendo trasparencias
La oscuridad retrocede en mis manos
El cielo ahora es más cielo
Y en la profundidad de mis equívocos….
Amar no te amo
Amar es decirte lo siento.
XVII
Poco a poco la memoria diluye tu rostro
(Con un viento incesante que de muy lejos llega)
Silencio,
Y de nuevo estas aquí,
En esta tierra cansada que es mi dolor sereno…,
Silencio,
Ningún labio se apresta a enlazarse con voz sorda
Y en mi oscuridad añoro tu aroma hecho cuerpo.
Silencio,
Todo deriva hacia tu noche abierta
Como un sueño que no sueñas
Como una brisa vacía de nombres.
Y ahora en la vastedad oscura de mi orgullo…
Silencio,
Silencio,
Silencio.
XVIII
Escribiré en una rosa amarilla tu nombre
Y la deshojaré
Como muero por deshojarte.
Acariciaré sus pétalos,
Sus lágrimas de rocío,
Su tacto.
Respiraré tu nombre hasta saciarme,
Hasta pulir con tu cuerpo mis pulmones.
Rozaré con mis párpados
El azabache de tus cabellos
Y libaré en tu nido,
Despidiendo con suspiros
A la aurora.
Devoraré la rosa,
Devoraré tu mirada…
Y tú,
Me matarás con tu perfume.
XIX
Hoy he vuelto a saber de ti…,
Me han llegado susurros lentos
Cobijándose tras de ecos sin sombras.
Hoy he vuelto a ti…,
A sentarme bajo tu aliento,
(Profana fragancia de hechizo)
Crepúsculo de ébano
Iracundo tacto de siluetas
Recortadas bajo farolas sin calles.
Hoy he vuelto a besarte…,
Ciego fuego de carmín sangre,
Dúctil como el aroma del viento
Labios de aguas salvajes,
Lentos como suspiros,
Arropo de soledades.
Hoy he vuelto a saber de ti…,
Y mañana como siempre…,
Intentare olvidarte.
XX
En tus labios la gota táctil de néctar
Que descubre latidos
En los pliegos del deleite.
Profundo fuego,
Que al beber de tu esencia,
Brinda al tiempo detenido
La llave de tu callada victoria.
Agonía de crepúsculo
Bajo el reflejo de tu espejo.
Clepsidra de sensaciones
En presencia de lo absurdo…,
¿Qué fichas moverás,
Para el final jaque
De mi agonía?
XXI
Tu luz,
Quimera inscrita
En la profundidad de todos los abismos.
Sabes que te pertenezco
Antes de los días
Donde vi el brillo de tus ojos
Precediendo desiertos.
La sed se aloja ahora en su negrura
Esperando el reflejo paciente del tiempo.
¡Era tan sencillo amarte!
Desbridar al viento en tu sonrisa…
Ahora en la bitácora de mis deseos
Guardo la derrota en mi destino.
XXII
Puedo sentir
Amor,
La palabra hecha verbo
En tu cuerpo de locura,
Donde reposan las alquimias de mi abismo
Y nunca pedir perdón.
Puedo sentir mi amor,
Cuando en oscuras soledades
Mi alma teme a extraviarse
Cegado por tu olor.
Torpes son los heraldos
De mi destino,
Cuando no soporto
Vivir una existencia
Sin ser luz en tu sombra
Que cobijen
Las fronteras de nuestro dolor.
Ya ves,
No queda ya cuartada
Para nuestro silencio.
XXIII
Surgen fríos recuerdos entre las gardenias…
Como la luna muerta y nítida,
Como un rosal inmenso
Que flota sobre el alba,
El alma.
El verbo líquido
Se nutre de la melancolía
Deshace entre besos el sueño.
Una niebla negra enmarca
La puerta que resguarda al corazón,
Y el amor que funciona con deseos
Comienza a dilatar las pupilas del día.
XXIV
Tan lejos quieres irte
Que al final regresas a mis cenizas
Tan libres de mi amor,
Ante mi orgullo esgrimes esa máscara
(Memoria de clepsidra)
Simulando enfado
Naufragando en la isla de mis manos.
¿No reconoces el rostro que has visto en tus sueños?
Déjame ser en la laguna
De tu cuerpo mojado
Junco o caña
Para mecer tus sentidos.
XXV
Tolero la vida
Escrita en lienzos de agua;
Transcribo mis pautas
Con la serenidad de aquel
Que ha mezclado colores con las manos,
Y aún
Cuando los trazos sin forma
Se asemejan a mi realidad,
Aparecen de nuevo viejas obras,
Otrora borradas por capas de hipocresía
¡Quisiera tanto dibujar en tu alma!
XXVI
Tu amor me estremece
Me haces volar más alto
Que cualquier pensamiento,
Me angustias cuando no te siento
Y sin embargo tiemblo al pensarlo.
Tu amor es como un atardecer extraño.
Ejes de cualquier latitud,
Hermoso y temprano,
Frío tembloroso.
Sí, al sentir su roce
Ríes y lloras,
Sufres y maldices.
Pero su amor es primavera
En fríos inviernos,
Calor de lumbre
Que nunca extingue.
Amor,
En el tiempo que me toca,
Hazme sentir libre,
Y si ves que no lloro
Con tus ojos,
Es porque quedo ciego
De tanto quererte.
Al final,
En el último de mis capítulos,
Escribiré este amor libre,
Sin tiempo ni espacio
Para sentirte,
Cercano y lejos al principio,
Pausado y sereno como viniste.
XXVII
Tú llevabas el perfume de la noche
Impregnado en mis labios
Y mis ojos apretujaban
Espacios en tu figura.
Tus besos no dados
Tenían el amargor
De la ausencia
Y tu aura arrodillaba
Al oscuro gris de la tarde.
Así nos amamos
Escribiendo en tus labios
Te quiero,
Profundizando en tu efigie
Como un viento alienado.
A si nos amamos
Con ese equipaje de versos
Que te susurro,
Con el deber de contemplarte pura
Con esa presencia que espero
En mis manos.
Así nos amamos
Con esos dos pensamientos
Tuyo y mío,
Con esos minutos contados a lo lejos
Con esa mirada perdida en el tiempo,
Así nos amamos…
Tú llevabas el perfume de la noche
Impregnado en mis labios
Y mis ojos recordaron caricias.
XXVIII
Ahora la sal esta quieta,
Los cuerpos en silencio.
Ya muere el tiempo del Amor,
Abre tus ojos pues el otoño llega.
Ahora tus lágrimas cederán latidos,
Ahora tu corazón será más alma.
Sentirás un vacío tan inmenso
Que notaras el temblar de todas las estrellas.
Ahora las flores cantaran misterios de aromas perdidos
Ahora se formaran lagunas en tu cara
Mientras el invierno toca aquella canción de cuna
Ahora que muere el tiempo del amor
Empieza otro tiempo
El tiempo del silencio
Que será tu alma.
XXIX
Al sur,
Mirada perdida
En nostalgias y ausencias,
Como si tú no hubieras existido.
¿Qué luz derrama su azul en vientos de silencios?
Cierra el lamento tu presencia
Enmarcando tu celaje,
Cuando el Invierno
(Frontera erguida)
Tu luz desvanece.
XXX
Creí que el invierno
Se despedía de mi destino
Y la primavera agitaba ya
El ramaje de la melancolía.
Pero no,
Me estaba reservado
Un brote de ternura
O una silenciosa humillación
De oscura procedencia.
En tu ser se agolpa
Mi última obsesión sin esperanza
Que recorre anhelante
El ritmo de tu cuerpo peligroso.
No tengo más que una tristeza
Que es no poder amarte
Y se ha sumado, lenta
Ala desdicha de mi estupidez.
XXXI
De la piel nacarada
Al silencio del tacto,
Asignatura del sentir
El las olvidadas papilas de la luz,
Y en el brillo triunfal de su tersura.
En el clamor de las delicias
La imagen de tu niebla,
Sabiendo el recorrido exacto de tu memoria.
Era el fuego que perdimos,
Convertido en tu mirada al vuelo,
Como el susurro de un tiempo que se acaba.
Ahora,
Desde siempre me sigue
El reflejo de tu perfume.
XXXII
El húmedo aroma de la tierra
Detenía a la nieve
Tras los celajes de tu niebla,
Jardín de pequeñas partículas
Que exhalaban sentidos.
Carne dúctil,
Que tu celosa
Cobijabas en extrañas latitudes.
En la más pura copa del aire bebí como un niño,
Sin saber que no era amor
Solo el vacío de tu eco
Que como arquitecto en su cenit
Construí con silencios.
Esa era mi canción,
Cantada entre llamas fugaces de placer,
Asignatura pendiente en mi memoria.
De tu aliento….,
Mi última sombra.
XXXIV
Llegan las grises nubes
Y en ocaso de melancolía
Veo oscurecer a la ciudad
Bajo plañidos de ausencia.
Transcurren opacas las tardes
Mientras en nuestro parque
Paso los dedos por aquel corazón
Sentándome de nuevo bajo la haya
Contemplando tu sonrisa.
Luces de otoño sobre la ciudad
De atardeceres áureos
De melancolías pasajeras
Que caminan cogidas de la mano
Por alfombras de hojas muertas…
Ahora te digo estación de sombras….,
Soy yo como aquella vieja haya,
Y te grito al viento,
Sin el AMOR, el alma muere deshojada.
XXXV
Los labios contra los labios
Y en mi boca manantiales
De néctares desbordados,
Intercambios de latidos en nuestras sienes.
Fue nuestro lenguaje
Tan táctil y puro
Que abrió para nosotros
Las puertas de los sentidos
En un fuego tan profundo
Que el tiempo se detuvo
Para brindar con su silencio.
La piel contra la piel
El tacto que no reniega caricias
La mañana que no empieza
La ternura desbordada,
Y en los pliegos del deleite…,
El aroma de tu presencia.
XXXVI
Cobertura de velo negro
De tiempo detenido,
El día sólo ha sido
El desvelo de un sueño.
¡Quisiera tanto sobrevivir
En tu belleza oscura!
Esta es mi pasión,
Enardece en renovada locura.
Ahora,
Sólo puedo entregarte
Mi silencio con voz prestada,
Y la noche;
Tu noche…,
Se alegra de tanta suerte.
Esta es nuestra soledad,
Soledad sonora.
XXXVII
Dentro de la belleza,
Donde la aurora
Se marchita clavada de espinas.
Dentro del vergel perdido,
Donde el susurrante viento
Gime de agonía
Oliendo tu aroma.
Cerca…,
Muy cerca de tu aliento,
Donde al roce de tu rojo
La ironía,
Se viste de broma.
Gabriel Santangel