Habito en la isla de su aliento de bruma
blanquecina muerte en el tibio destino,
la humedad de los muslos invita a las manzanas,
al asombro de la amazona que enmaraña crines.
¡Ah! Lluvia victoriosa que desfoga mi pugna
por retener el goteo de la fruta tibia,
si respirarte piel, mi locura envenena,
ven, y mátame al fin,
que me alivia morir en tu espesura.
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