Como cuando navegan los botes...
en la ensenada vuelan,
allá se roban los pescadores
en las redes
agarran el alma
sobre distancias
en el horizonte
allá navegan los peces,
en su alas gaviotas
se ahogan
sobre el viento,
el aire fusila las palabras,
voces, trepándose
en el sudor, manos
muriendo apretando el silencio,
allá lejos,
lejos allá
donde
hombres
desvanecen
dibujando
el atardecer
entre el manto
crepuscular
arropado
bajo el techo
desierto de sombras,
allí, entre pescadores de huellas,
los pasos siempre
chocando en la rivera
sobre el muelle
se aniquilan silencios
-entre el té, y el café se pasa el tiempo-
-entre el te decía el abuelo-
entre las mazmorras
sobre la boca seca,
y la herida
puesta de sol
abriéndose del pecho
se agitan los truenos
¡Es el corazón!
gritando de nuevo
recostarse sobre el mar
quieto y desnudo
callado y a veces jugando
con las gaviotas y peces
con las hojas
y los hogares hundidos
frente al susurro
del viento...
Allí hombres se mueren como tinta en un verso,
como dedo en verso, muerte de hombres
gritan nacer de nuevo...