Mis amores de verano terminan por cualquier tipo de motivos, pero al fin y al cabo todos tienen algo en común: son estrellas fugaces, luces paradisiacas que vienen a desarmar mis penumbras de lo cotidiano, una efímera luz de lo eterno, de lo desconocido que en dado instante se marcha, trayendo consigo, un recuerdo más a la caja de pandora que tanto define a este ser tan raro que tengo por mi, tan incomprensible como los fluidos de la mecánica, o aquellas sustancias tan jabonosas de la química, sustancias / fluidos que se deslizan en las caderas de este nuevo amor de verano que defino como lienzo:
Lienzo exquisito, divino
Enloqueces al poeta, al hombre
Siendo miel, algodón de azúcar
Excitas a galope la punta de mi lengua
Mudándola de un lado al otro
Quebrantando la mandíbula en pedazos extranjeros:
Rompecabezas tan reñido, conflictivo,
Destructivo otras partes del tiempo,
Batallando en discordia con la mente,
Con los recuerdos,
Con el pasado tan envejecido, añejo
Aquel que permanece hundido en represas secas
Que ya no sobrenada
Que ya no vuela,
Porque Tú:
¡Lienzo!
Mueves al fénix que nos envuelve
A lo menguante, a lo lleno, a lo soleado,
Siendo aún, solo parte de una estrella…
Mutando el deseo
De rodearte, de quererte, de amarte
De ser anciana, madre y doncella,
Dibujando así, lentamente tu bocaza de marte
Mientras mi cuerpo te atrapa, te estruja,
Mientras se desliza en tus caderas
Jugando al cíclope a nuestra manera.
Sí, mis amores de verano terminan por cualquier tipo de motivos, pero al fin y al cabo, todos tienen algo en común: son estrellas fugaces, pero ninguna ha brillado tanto como lo haces tú:
¡Lienzo!