FIDEL HERNANDEZ

Renacer en muerte lenta


Renaces a cada instante de una muerte lenta...

Curvado, cabizbajo,

enjuto, consumido….;

las piernas apenas te soportan,

te tambaleas

cuando a duras penas

caminas…

 

Caminas con un cuerpo de más de ciento veinte años a cuestas,

con tus treinta y dos en tus pupilas

recién cumplidos todavía,

a la sombra de tu sombra

proteges tu calavera.

Dormitas al sol en cualquier banco;

al tiempo que, en soliloquio continuo,

hablas y gesticulas

con un rictus ya consumido

mientras elevas una oración al cielo

ante un resto de vino….

 

Con tus manos temblorosas

cuentas y recuentas,

y vuelves a contar unas monedas

que alguien te dejó para apaciguar tus penas…

No quieres entender

que no hay dinero suficiente

para sentir el trote del caballo

corriendo otra vez por tus venas…

Maldices la suerte tuya,

y a esa estrella que no brilló en el cielo

cuando tú nacieras.

Venderías tu alma al diablo,

si es que alma aún tuvieras,

para conseguir un efímero pico

que al mismo infierno te llevara…

 

Harapiento, maloliente,

famélico, espectral,

muerto en vida,

vivo en la muerte,

ya ni recordar puedes

lo que ser una persona significa:

la dignidad la perdiste, no sabes ni dónde ni cuándo,

por unos  mágicos polvos blancos

que te llevaron de esta vida..

 

Y ahora…,

con la esperanza prendida de un hilo mal cosido,

en medio de unas desdichas que dibujas en sonrisas,

de una felicidad mal concebida,

de unos gritos sordos

que a tu alma devoran,

y arrastrándote sin piedad por el lodo;

ahora quieres renacer de nuevo

en esa muerte lenta que te trae tanta alegría...