RICARDO FELIPE

SENTIR

Como buen samaritano 
yo le ofrecí mi mano, 
sin pensar siquiera, 
que tocaría mis venas. 

Bien entonces pudiera, 
tenerla presente, 
porque mi alma siente, 
que le ama de veras. 

Pues sin permiso alguno, 
llegó al fondo, 
borrando el taciturno, 
del sentimiento hondo. 

Sepa bien, señora, 
que posee todo, 
lo que el pecho añora, 
y en silencio imploro. 

Mas es bastante cierto, 
que le alcancé una estrella, 
iluminando sus momentos, 
y todas mis estelas. 

Suyos son mis sueños, 
y todo lo que quiero, 
pues sus ojos llegaron, 
a mi terreno cerrado. 

Como buen samaritano 
yo le ofrecí mi mano, 
sin pensar siquiera, 
¡Que eran suyos mis años! 



Ricardo Felipe 
Un soñador sin mucha estirpe
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