Misteriosa doncella que me observa con su bella mirada.
Princesa alada que brilla en la helada oscuridad
y en la soledad de mi alma, tu apareces,
mi corazón enloquece cuando esa dulce y pura hada
con su espada encantada, desaparece.
Con cada beso se escribe un verso,
de las historias que vivimos juntos en nuestro mágico universo.
Y en el reverso de un cuento inverso
encuentro una profecía, que narra el rencuentro
de dos espíritus que nacieron de la luz
y forman juntos una mística melodía.
En la profundidad del fuego divino fusionaron sus cuerpos,
creando con sus esencias la mágica existencia,
de ese ángel, de ese ser que emergió lleno de inocencia.
Y cada vivencia, luego de un segundo se convierte en un recuerdo.
Mentalmente todos llevamos un acuerdo,
recordar solo lo bueno, ocultar en silencio
las cicatrices que dejaron las desilusiones
y de las dolorosas decepciones jamás hablar.
Aquellos sueños rotos, en el corazón enterrar.
A ese tormentoso amor, intentar cada día olvidar.
Y a callar cuando es mejor llorar.
A esperar que algo mejor suceda.
Al sentirnos inseguro, caminar por la vereda.
Seguir adelante sin importar que las llagas del corazón aun duelan.
A visitar a la abuela. No faltar a la escuela.
Y atesorar en cuaderno olvidado,
aquellas lágrimas de las heridas que en el alma aún no se han cicatrizado.