Puedo decir y quejar,
y representarme
el mal reparto de esta vana vida,
de los siniestros dioses hacedores de pecados.
Puedo fastidiar,
y fastidiarme,
de los padres de cada día y de su contexto ocioso.
Puedo ver el imperfecto mundo tal cual es,
y aceptarlo, disgustado,
viendo la oscura realidad.
Contemplar que la mentira es lo único que funciona y nos mantiene a salvo,
por ese amago de representación.
También puedo ver esa mentira y recapacitar...
Y ver el mundo entero con la Fe de su existencia.
Tener treinta años y
pisar un suelo que se me escapa.
Alegrarme del aire que respiro
y del que dejo a los demás.
Que mi perfecta madre así lo sea
como mi mujer lo es en realidad,
y que aunque a Dios no le comprenda,
ni si quiera entender,
es mejor morir cada día
que de una sola, y dichosa, vez.