El subió las gradas con gran dificultad,
Aunque por dentro las subía a saltos
Invadidos de una indeleble felicidad;
Mientras el otro ya sentado
Sin nadie a su costado
Esperaba el ladrar de los motores,
Cuando él se acercó a paso lento y sin colores,
Pidiendo sentarse a su lado,
Cuando el otro le devolvió una súbita sonrisa
Que en sus labios se dibujó sin prisa;
Se levantó y abrió el paso,
Se sentó y colgó su imaginación de un rayo de sol que hecho a volar,
Se sentó y al igual que el otro su pensamiento lo perdió en lo infinito,
Pues aun guardaba el secreto de estar despierto y soñar.
Las manillas del reloj no dieron muchas vueltas
Para que una frase surcara con el viento
Y rompiera con el imberbe silencio entre los dos;
Él comenzó contando de sus aventuras,
Diciendo con voz ronca y humilde
De su viaje al reino de los deseos,
De su travesía hacia la tierra Oz,
De su gusto por los sueños;
Mientras el otro atento le dedico el pensamiento
Y en su debido momento le siguió contando
De él y Atreyu en una nueva historia sin fin,
De un nuevo país de las maravillas
Donde Alicia no era sino el,
De cuando logro ser otra vez el principito,
Terminando con eso esa sesión de sonrisas
Entre un alma que hacía mucho había encontrado el elixir de la vida
Y un alma que no sabía la receta de cómo encontrarlo,
Hasta ver ese día que a pesar de la diferencia
Cierta igualdad de inocencia
Se mezclaba con sus miradas y risas,
Hasta ver que su alma era un niño inmortal de unos tantos muchos años
Hasta ver que yo de unos pocos
Quería que mi alma fuera un niño inmortal cuando tuviere unos tantos muchos años igual que la de él;
El viejo sentado a mi lado.