Ya no hay motivo
no lo hay
cuando las avestruces me contagian su temor
y los recuerdos no son fatales.
Solamente siento
miedo grande
pesar de mañana
saqueo de mi dicha.
Múltiples fiebres
llamen a otros.
Que otros labios
hallen su boca.
Me quiero morir
al fin ya he perfumado
ya he concedido
mi poesía a quien he querido
porque eso es todo
más que mis brazos moldeando pechos,
más que mi humor cómico;
lo que hice y aprendí a hacer.
No soy ni apolíneo, ni erudito, ni canana, ni centro,
no soy un genio que deba al mundo algo;
por eso me quiero ir
donde se es anónimo.
Me hace huír la violencia
el corazón siempre agitado, siempre ansioso,
las muertes que son propias,
porque fumar ya me causa culpa,
por el hastío de mi pensamiento constante,
los sueños que me revuelcan en la cama
por quien me hace propio, sin quererse fundar en mí;
pero me detienes tú, mamá.
Todos me sabrán llorar agusto
pero no tú, mamá débil.
Hay más de un árbol que crié,
mascotas ancianas que inculqué domesticidad,
cuadernos llenos y frondosos,
durezas de amor grabadas;
que construí sin haber querido.
Me falta un hijo, sí, pero prefiero el frío
la ausencia de una educación que daría
Pienso morirme antes
de que manos que no son mías,
fuego que yo no encienda,
infarto que no medite,
cáncer que me busque;
me maten.
Arrúllame suicidio en este último poema
y metéselo por el culo a quien hoy me causa la pena.