En nuestras noches de luna llena
cuando el fuego al bosque desvela
suspiramos sangrando amor.
Pero el manantial siempre al mar llega
y en un sueño de mutua entrega
nos encontramos boca a boca
curándonos, curándonos.
Juega tu piel
a encender poquito a poco mis deseos
y en el río hecho cascada de mi pelo
se enreda suavemente una ilusión.
No, no hay perdón que valga
por hacer de este amor una montaña
aunque mañana se parta en dos.
El murmullo de los árboles lo dice
que después de haber querido como quise
no habrá tiempo que me haga olvidar
tu voz, tu voz.
Sabes bien
que te quiero en la más dulce locura
y en el tierno amanecer de mi blancura
florece al rojo vivo la pasión.
Llevas tú
lo que yo tanto busqué en esta vida
y aunque el tiempo en el futuro no sonría
junto a ti siempre estará mi corazón.