EL HIJO DEL MAR
En ese bergantín que marca proa,
con la hidalga visión aventurera
de ese mito leyenda respetable,
la belleza esculpida en madera
del majestuoso Águila Real.
Voy a montarme allí aunque no creas,
estilo del Titánic moderno,
contigo rodeando mi cintura
estampando tus besos en mi cuello.
Sintiendo el vuelco
de todas las entrañas
en un parto violento convulsivo.
¡Lo ves, esa es tu historia, tu pisada
lo anclaste en mi cadera,
en uno de esos días de fogones rojos
y de rojos carbones!
Ahora vivirá como ese mar
que con sus olas
bienvenido lo sintió,
un día en su vibrante brega
desafiará esa altamar
montándolo a horcajadas,
no me preguntes nunca
quien gana la pelea.
El mar es el fortuito
amor de vida entera,
sus aguas se tragaron
las lágrimas, dolores,
desespero de ausencias,
decepciones; tuyo es el hijo
porque me preñaste,
quien lo siguió en mi útero
con susurros abajo fue el,
quien con manos de agua
le dio calor, cariño,
también fue el.
De frente te lo digo:
¡El tiene un hijo,
tú sólo tienes esperma
en el escroto!
Por eso ya no mueves mis fibras
mas sensibles con tus besos
porque mi hijo y yo sólo sentimos
un amor protector
donde haya mar.
RESERVADOS TODOS LOS DERECHOS DE AUTOR:
MIRIAM RINCÓN URDANETA.