Me dejás el río
y este absurdo
ser espiritual
que soy:
triste producto
de tu alquimia...
Me dejás el río
y los atardeceres
que no vimos...
los camalotes
que no pasaron...
La terraza
que no compartimos
y esas bellas formas
de enunciarme
con excéntrica
belleza...
Los platos
orientales...
todos esos planes
que me gustan pensar
más que vivir...
los delirios
en la red...
Una mujer
me da la espalda
y tu recuerdo
se recrea
en mí...
Será que al fin
atardece...