Escenario: Un autobús de transporte colectivo
Protagonistas: Cualquiera de los usuarios de dicha unidad de transporte.
A tí no te ha pasado
que al subirte al autobús
tu asiento lo ha tomado
uno más astuto que tú.
Tú te subiste primero
y tenías derecho a él
pero se te adelantó un pasajero
fresco como un clavel.
Vas agarrado de los tubos
un poco malhumorado
y al bajarse siente uno
como si lo hubieran lijado.
La cuestión se hace preocupante
cuando suben nuevos señores
porque la fricción constante
entremezcla los olores.
Huele a cebolla y a chicharrón
huele a ajo machacado,
que mezclado con olor a ron
deja todo perfumado.
Y si está roto el asiento
y te rompes el pantalón
te bajas alegre y contento
y dulce como el papelón.
Si te toca un dormilón
puedes tener la certeza
que descansará en ocasión
en tus hombros su cabeza.
Si te toca un parlanchín
con historias que contar
solo al bajarte llega el fín
de su eterno platicar.
Hay quien de reojo te mira
queriendo escanear tu figura
y aunque parezca mentira
sonríe y se come las uñas.
Esa es la diaria rutina
del común de mucha gente
que va al trabajo, a la oficina
soportando estoicamente.
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