Cada día te vuelves más el ansia de mis deseos,
atados al porvenir incierto de sus minutos y sus horas.
Me encanta cuando vuelves mis labios chicle
y como juegas con ellos a estirarlos.
Nada hay de sombrío en la noche,
ni llanto que escape en su silencio,
me lo dicen tus ojos que se cierran como
flores, esperando el beso del sol
para abrirse.
Estoy contigo y se me despiertan
mis manos,
las llevo a tu cara,
a tu pelo,
a tu barbilla comestible,
y a tu ansiado cuello.
Urge les llames la atención
o se quedarán
contigo para siempre.
Te quiero más cuando estás ausente
y te me conviertes agua, aire, hambre
o hasta tristeza.
Qué más quisiera que te emocionaras
día con día con lo que escribo y
no lo aceptaras a manera de un cumplido.
Si no que comprendieras mi inherente
necesidad de responderte con mis versos,
a cada momento que entras
y sales de mi mente.