El amor me salía por los ojos
Y la brisa temblaba de celos,
la luna grande ;alma de los cielos...
Y mi corazón, de amadora, sin cerrojos.
Rojos eran también mis labios de antojos
en un dulce besar de caramelos;
brillantes de bien en transparentes velos
Al dar la verdad, y saber de otros más flojos.
Así fue y será mi amor aventurero:
como llega el día tras la infinita noche,
llegara en vida con cada sol en el futuro.
Dentro del "bien" seré resplandor lisonjero;
sangrare pasión a tierno derroche,
irradiando calor y cariño maduro.
Antonia Ceada Acevedo