…Y fuimos noche ,aquella noche,
Cuando tus labios rojos encendían
Más fulgor en el deseo:
Tus cantos ,en la piel transparente
De las aristas de mi boca,
restregando calidez a las orillas.
Agradecí con mi lengua el vaho del génesis.
Respondiste en mi cuello
Con casi tu rasurada mejilla
Impregnando aromas bajo mi pelo café.
te sé…sobrevivamos -me repetiste-
comenzamos por abrazarnos esponjosamente
y nuestros corazones entonaron ,
se afinaron ,en la desnudez de un ágil latir.
Las guindas que erizaban tu vello
volcaban sobre mis montes reacciones diferentes
y tus dedos sobre el lino aligeraban tan pleno existir.
Perdidos entre trazos anárquicos
fuimos: retratando los páramos;
estudiando , palmo a palmo, los eriales
despoblados de caricias…
inventando , nuevos arrumacos
para tanta materia desusada, desahuciada.
Y un rio de sollozos bajó por mis dunas
cuando el fornido imponderable
colonizó la guarida rupestre de las entrañas.
Tu, mi delirio, te enfrentaste a aquellos espejos;
espejos de naturaleza pura.
Nos ondulamos .
Nos inyectamos.
Nos miramos…
Que no termine la vida -me dijiste-
Y nos liberamos de pasiones concentradas
en aquel ritual de goce y risas,
Coronando con belleza al amor.
Yo y tú , amor, fuimos noche en aquella noche.
ANTONIA CEADA ACEVEDO