Si al mirar el horizonte
no encuentras mi mirada,
un velo cubre mis ojos
de tristeza y ansiedad,
de lágrimas derramadas
en taciturna soledad.
Es tu ausencia que me duele,
al no saber de ti nada,
el no saber en dónde estás.
! Ay congoja, que me mata…
me aniquila sin piedad!
Si encuentras en la playa
unas huellas bien marcadas,
son mis pasos que te buscan,
caminando a la deriva,
como alma fugitiva
sin saber dónde llegar…
Sin puerto, sin galeón, sin mar.
Si percibes un frío
que penetra en tus entrañas,
es el hielo que te llega
de mi alma, su frialdad.
Si en la noche escuchas
una voz que te llama,
es mi corazón que por ti clama,
al encenderse de mi amor, la flama.
Si al abrir la ventana
sobre ti cae el rocío…
no es el rocío del alba…
Simplemente
son las lágrimas
que no pude contener.
Lágrimas de sufrimiento,
de aflicción, abatimiento…
lágrimas por querer
a mi lado retenerte.
Para que sientas
este amor tan arraigado,
para que sepas
que siempre te he amado.
Que eres…
mi sueño ansiado,
que eres…
todo lo que he anhelado.
Pero el cruel destino
se empeñó en separarnos,
yo no sé por qué razón
hoy no te tengo a mi lado...
La lejanía hace que piense más en ti
y que recuerde lo que junto a ti viví
y aunque la ausencia duela tanto,
como duele el olvido.
Aunque ya no estés conmigo
amor querido,
aunque por otros caminos te hayas ido,
llevándote el amor ya florecido.
Aunque tu destino sea otro
y no conmigo,
yo de ti nunca me olvido.
Aunque caiga un torrencial
de dolor sobre mi alma.
Aunque siempre esté buscando hallar la calma,
¡aquí siempre estará la que te ama,
aquí siempre estará la que contigo sueña,
la que tiene en el pecho un amor que reverbera.
Quizás un día que no sea tan remoto,
se encenderán de nuevo los leños de tu hoguera…
¡Y me amarás…sí me amarás!
con la misma pasión que un día tuvieras.
¡Y me amarás…sé que me amarás!
con el mismo ardor...
con el que me amaste en primavera!
Felina.