Mítico zascandil del comento,
vanidoso en algún verde trigal,
desestimaste el mejor momento
que la suerte te pudo dar.
Manoseaste un corazón limpio
con hambre de dibujar,
más, un retratista del Olimpo
no embadurna la realidad.
¿Por qué descompones lo perfecto
cuando un núcleo luce distinto
escondiendo la verdad con pretexto?
-Es porque te defiendes del espejismo.
Dejaste de ver los desiertos,
la libertad y el templo de un Dios,
por callar con los labios abiertos
Y el sin fin de tu piel endureció.
Regresaras, a esas islas, olvidado
donde muere el hábito del traidor
Y en la espalda triste y atormentado
el “centauro” que se perdió…se perdió.
17-9-2003
Antonia Ceada Acevedo