Danza criolla que lates en guitarra y en cajón,
elevándote en la voz de trompeta y de tambor;
soberbia y jacarandosa alma vida y corazón.
Las parejas en la pista con muy finos coqueteos,
él imitando al torero, o a un caballo de paso,
al gallo que con el ala enamora a la gallina.
Con lindo poncho y sombrero, varonil y seductor
y con pícara sonrisa la colma de mil detalles.
Ella fina y seductora, de belleza sin igual,
elegante y orgullosa, irresistible y coqueta;
mas, la rosa en su cabello resplandece primorosa.
Se aproximan boca a boca como si naciera un beso
y luego con gran donaire se apartan en media vuelta.
Varón y hembra dan piruetas al ritmo de la canción
y los músicos derrochan lo mejor del repertorio;
las trompetas al unísono van cantando marinera.
Taco y punta, taco y punta, vuelan alto los pañuelos,
la falda cual abanico abre sus pliegues de seda
y en la pista la pareja va pintando un corazón
con colores rojo y blanco de mi bandera peruana
que está convertida en danza saltarina y picaresca
baile vivaz, saleroso, fusión de rocío y flor,
rayito de sol naciente que se retrata en el mar.
Nieta de África y España, prima de la zamacueca
y hermana del vals peruano de la polca y el tondero
y del huayno lastimero, que se refugió en los andes.
Esta es mi marinera sabrosa como la miel,
es la danza más hermosa como flor en primavera.
Eugenio Sánchez